Mamás del Perú: si sus hijos o hijas ya han terminado la universidad y tienen un trabajo, bótenlos de la casa. Bótenlos. Bó-ten-los. Fuera los engreídos!
No se trata de odiar a los hijos. No, nada de eso. Muy al contrario. Ustedes quieren ver a sus hijos crecer y madurar. Y mientras tengan todos los beneficios de vivir con ustedes, las mamitas, eso es algo que nunca lograrán. Jamás serán verdaderos adultos mientras no sepan el tiempo y esfuerzo que tomar cocinar ese ají de gallina al cual los han acostumbrado, o tener las camisas tan planchaditas como les gusta (o, cuando menos, el dinero que cuesta pagarle a alguien para que lo haga). La maduración puede dolerle a sus hijos, pero es algo que tienen que hacer, y mientras más pronto, mejor.
El reloj está avanzando inexorablemente, señoras. Mientras más tiempo pase, más difícil será que sus hijitos e hijitas se acostumbren a valerse por sí mismos. No dejen que lleguen a los treinta viviendo bajo sus techos; de llegarse a tal fecha, ya fue. Considerarán que ningún lugar está a su altura, y que en ningún lugar estarán tan bien atendidos y engreídos como con ustedes. La edad de a aventura son los veintes. Sáquenlos mientras puedan.
Puede ser duro para ustedes también. Muchas madres sufren al dejar a sus niños en el colegio por primera vez, pero se enorgullecen cuando se gradúan. Por qué habría de ser esto diferente? Acaso consideraron en algún momento no mandar a sus hijos al colegio para evitar el dolor de la separación? Obviamente no. Es hora de ponerse los pantalones y hacerlo por los hijos mismos, para que puedan crecer. La vasta mayoría de los pocos hijos que se mudan de la casa en retrospectiva lo consideran un momento de gran maduración y crecimiento personal. Un desafío que, una vez conquistado, les da las herramientas para afrontar desafíos cada vez mayores. Al no botarlos de la casa, les están privando de tal experiencia.
Por otro lado, mírenlo como algo para ustedes mismas. Ya no estamos en el siglo XX. El fin de la mujer moderna ya ha dejado de ser exclusivamente la procreación y protección de los hijos. Ustedes son mujeres individuales con derecho a una vida propia y a sus propios proyectos y hobbies. Aquél cuarto que su hijo o hija sigue ocupando bien podría ser la oficina de su microempresa, un taller de pintura o una biblioteca. El potencial de contribuir a la sociedad como mujer es infinito. Pero pasa por superar de una vez la fase de mamá gallina. Que los pollos (ya grandes) salgan del nido, para que ustedes puedan retomar sus vidas.
Varias madres, lejos de sufrir del síndrome del "nido vacío", encuentran que tras verse liberadas de la presencia de sus hijos grandes en casa, entran en una etapa de renovado vigor. La relación con la pareja, incluso, suele reforzarse. Recuerdan el tiempo y diversiones que compartían antes de que nacieran los hijos y que tuvieron que suspender? Es hora de retomarlos. Paracaidismo, viajes, etc.
Esto nos lleva a un tema conexo: la re-flexibilización de las finanzas de la pareja. La casa grande con jardín se compró para criar a los hijos pequeños. Eso fue una elección perfectamente razonable. Pero lejos de mantener a los hijos ahí para seguirla justificando, más sentido tiene botarlos y vender la casa que se ha vuelto excesivamente grande. Con lo obtenido, se puede adquirir una vivienda más práctica para una pareja sin hijos. El excedente es ahora la clave. Este excedente que estaría inmovilizado con la presencia de los hijos ahora puede ser movilizado para los proyectos de la pareja. Pueden usarlo para fundar la tienda de flores que siempre quisieron administrar. O si quisieron pasarse un año explorando todas las maravillas del mundo, tienen ahora el dinero y el tiempo.
Para cada cosa hay un momento. Para los hijos e hijas con trabajo, es hora de madurar. Para los padres que ya se libraron de ellos, es momento de retomar la vida propia.
Bótenlos.