¿En qué tipo de universidad estudiaste, y vives independientemente?

miércoles, 7 de octubre de 2009

Los pequeños placeres de vivir independientemente 2: El ateismo

¡Y de mi casa también!


No soy el único joven ateo de América Latina, ni del Perú. Pero soy un ateo que no tiene ningún reparo en admitir su condición. Ser un “ateo de clóset” no va conmigo. Soy tan ateo que a veces me provoca cambiarme el nombre a “Godfrey” solo porque suena a “God-free”. Bueno, en realidad no tanto.


Pero la realidad es que los ateos vamos en aumento, y en el último censo 608,434 personas fueron registradas como habiendo respondido no tener ninguna religión. La tendencia es hacia el alza. Ahora, cabría preguntarse cuál es la relación entre el ateismo y la vida independiente, fuera del alcance de la mamita y del papito. Paso a explicar, con lo que posiblemente parezca un circunloquio.


Según datos anecdóticos a mi disposición, sospecho que el número real de ateos ha sido subregistrado (probablemente no de manera significativa, pero subregistrado igual). He oído de casos en que el entrevistado explicaba que no creía en dios, y el censista igual preguntaba: “Así que… ¿católico?” O el caso de algún menor de edad que manifestaba ser ateo, y sus padres daban la instrucción de que debía ser registrado como católico, a pesar de las protestas del chico. Y el censista obedecía.


Eso va en contra de la libertad de religión, que en el Perú es algo que existe a medias. En mi colegio, que era en ese entonces nominalmente secular, las profesoras se horrorizaban al enterarse de que yo era ateo. Se maravillaban de que no me hubieran raptado los duendes (pues soy ateo no bautizado, es decir, hard-core, el real mccoy), y se preguntaban por qué el señor de las tinieblas no había hecho de mí un ser malvado que golpeara a sus compañeritos o que hiciera maldades. Al contrario, he de admitir que era un alumno modelo.


La cuestión es que en esta sociedad, se espera que uno sea católico. O cristiano, aunque sea. O de alguna religión. No es admisible una vida "buena" sin religión. Ya es suficientemente malo que haya ateos que tengan que ocultar su condición de tales por presiones familiares o por cuestiones laborales. Me parece terrible cuando un ateo se termina casando por la Iglesia, tanto para el ateo como para la Iglesia. Para el ateo, porque está realizando una pantomima. Y para la Iglesia, porque la farsa se está llevando a cabo con su aprobación. Mal que bien tiene casi un par de milenios de existencia, algo de respeto merece. Pero el colmo es cuando el joven ateo tiene que ocultar, o por lo menos disimular, su ateismo en su propia casa.


Considero que cuando menos el hogar debe ser el castillo de sinceridad de uno. Por lo menos ahí uno debería poder vivir su libertad de cosmovisiones provenientes de la edad de bronce. Ahí debería estar uno libre de las caras de desaprobación o decepción de los parientes cuando uno se rehúsa a ir a misa. Ahí uno no debería tener que estar expuesto a estatuillas de un pobre tipo torturado y ejecutado (y mientras más sangrienta la estatuilla, más pía).


Son muy pocos los ateos que tienen también padres ateos. Los que tienen mamitas y papitos católicos tienen que aguantarse las intimaciones explícitas o implícitas hacia la conversión y la vera fe, siempre y cuando vivan con ellos. Y es que los católicos, y los monoteístas en general, por lo general no pueden evitar intentar “salvar” al prójimo. No son capaces de entender que los ateos estamos felices y contentos, y que cuando muramos, ahí se acaba todo.


Por ello es que es recién al independizarse que el joven ateo puede finalmente vivir como le place, como librepensante y desprovisto de santos, crucifijos, cristos y de la presión de declararse católico en el censo. Recién ahí podrá vivir en un “God-free zone”.

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