





Disculpen por la tardanza en postear, pero he estado en medio de una mudanza, de la que Javier seguro les comentará.
Pues bien, bienvenidos a la sección “Since you’ve been gone…” donde discutiremos las cosas chéveres que los dueños de la casa familiar pueden hacer con las habitaciones que vaca el hijo veinteañero o treintañero con trabajo que hasta ese momento les había estado sangrando. Al ser este el primer post de este tema, empezaremos con lo más básico de todo: dejar de compartir la habitación.
Muchos de nosotros han tenido que compartir sus habitaciones en la infancia. No tiene sentido quejarse de esto. Si nuestros padres hubieran podido costear una vivienda con cuartos separados para cada uno de sus hijos en toda probabilidad lo habrían hecho. Después de todo, nos han alimentado y alojado por un par de décadas (y muchas veces, una década y pico más) así que ya sería el colmo de la conchudez sacarles esto en cara.
Ahora, la convivencia con el hermano o hermana menor puede ser llevable o un martirio, según las personalidades involucradas sean compatibles o no. Si realmente hay una incompatibilidad mayor, eso en sí es suficiente razón para mudarse de la casa. Verdaderamente no interesa el “él la empezó” o el “yo no fui”. ¿Para qué seguir viviendo en un ambiente así de hostil? Estamos asumiendo que el hermano o hermana menor es menor de edad y/o sigue estudiando y aún no trabaja. Él/ella tiene derecho a vivir en la casa de sus padres. En cambio, el profesional con chamba los está sangrando.
Por otra parte, cuando las personalidades no son tan contrapuestas, siempre puede haber problemas logísticos menores. Quizá simplemente el hermano menor no puede ver el nuevo capítulo de Lost a la hora normal porque tiene clase en la universidad a esa hora, y quiere ver la repetición de medianoche, y el profesional en cambio ya quiere estar durmiendo porque tiene que trabajar al día siguiente. Quizá de vez en cuando uno deje cosas en la cama del otro y eso le fastidie. Pero se llevan bien, nunca se pasa a mayores. En otras palabras, el profesional se lleva bien con su hermano menor, le tiene estima, y tiene los medios para mudarte, pero aun así egoístamente le mantiene la inconveniencia de compartir la habitación. No pues.
Algunos profesionales optan por seguir viviendo como lo hacían a los doce años, compartiendo la habitación con sus hermanos menores
Si la situación fuera que el profesional y su hermano menor no pueden vivir el uno sin el otro y quieren compartir el cuarto por el resto de sus vidas, tienen problemas mayores de los que yo puedo siquiera empezar a imaginarme. Así que ni me meto.
A lo que voy es a que en una situación de habitación compartida, al mudarse, el profesional con trabajo le hace un favor a dos niveles de su familia. Queda claro que este es el caso con el hermano o hermana menor a quien le está “legando” un cuarto entero para sí mismo, con todas las ventajas y comodidades que ello puede significar. Le está dando generosamente a su hermano menor aquello que él nunca pudo tener para sí mismo. Y adicionalmente, le está brindando a sus padres la posibilidad de darle a uno de sus hijos un cuarto para sí mismo. Más comodidad para la familia dependiente con el solo hecho de que el hijo con trabajo madure y se mude.
“Pero Jorge,” quizá piense alguno “¡mi hermano menor también es un profesional con trabajo que sigue compartiendo el cuarto conmigo! ¿Por qué debería mudarme yo para darle a él la comodidad del cuarto y que además siga ahorrando plata que yo gasto en alquiler, servicios y comida?”. Mi respuesta es sencilla: ambos son unas sanguijuelas. Bien gorditas. El que quiera madurar primero, que se mude.
La sanguijuela se alimenta de la sangre de otros animales
Sin duda seguir sangrando a los viejos al quedarse en casa monopolizando una (o más) habitación(es) representa un ahorro considerable de dinero. Y bueno, si uno realmente solo tiene trabajos poco remunerados e inconstantes, quizá vivir con la mamá pueda ser la única opción viable. Pero este no es el caso de muchos profesionales limeños en sus 20s o 30s: tienen trabajos lo suficientemente bien remunerados para mudarse y dejar de ser una carga para la familia, pero prefieren gastar la plata en artículos como carros nuevos.
Toyota es una marca favorecida por estos jóvenes.
Tengo una amiga que es una profesional exitosa. Está en la segunda mitad de los 20s, es egresada de
Nissan es otra marca muy popular.
Tengo otro amigo que es un profesional exitoso. También está en la segunda mitad de los 20s, es egresado de
Para quienes gustan de la velocidad, Honda es una buena opción.
Y sigue la lista de profesionales exitosos. Otro amigo ya está en sus 30s, es egresado de
La lista podría seguir. Y a cualquiera que haya leído estas líneas podría ocurrírsele una docena de casos adicionales. Es cierto, así es nuestra sociedad.